los fragmentos invisibles (cuento)







Carolina murió.
es una tragedia.
sus padres insistieron en la tumba. yo no.
hay una lápida sin epitafio. sólo un nombre, dos fechas (arbitrarias).
flores. una foto (de una nena que ya no es). un rosario (impuesto).
mi sombra sobre la lápida: la miro y pienso.
pienso que cinco metros más abajo de mis pies está el cajón y un cuerpo que supe amar. (sólo el cuerpo).
lo pienso de nuevo, como una confesión: sólo el cuerpo.
me saco los anteojos de sol y me agacho para dejar las flores junto a la lápida.
me dan ganas de sentarme, de espaldas contra la lápida, y descansar. fumar un cigarrillo. pensar un poco. pero me da pudor que me vean.
enciendo el cigarrillo. y pienso.
es la primera vez que vengo a visitar la tumba de Carolina. cumplo con un ritual que siempre juzgué absurdo y sin sentido. me cuesta despegar su personalidad, identidad (¿su ser?), de su cuerpo, el que sé que se pudre cinco metros más abajo. pero no lo veo.
la imagen persiste: blanca, sonriente.
en la memoria, ella nunca muere.
lo que quiero decir es: en mi memoria, su cuerpo nunca muere.
¿sigo deseándola?




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