fragmentos invisibles








te acordás un cristal en el pecho
que despreciás
te acordás del cisne pilar de la ciudad
te acordás del olor de los árboles entre sus pasos
(¿buscaste las huellas; se la comieron los pájaros?)

hace cientos de años

los nombres eran columnas que adornaban los pabellones del cuerpo

hace cientos de años

y ahora
mirás tu nombre palpitar entre sus manos
sus manos sin lluvia
sus manos que ocultan al sol y se alimentan
sus manos para el invierno
sus manos de vía láctea
sus manos que tocan tu presente
manos llenas de lágrimas que
(es cierto, es maravillosamente cierto)
moldean tu cuerpo a imagen y semejanza del simio, del bombón, de un capullo que se abre, de un rincón de madera, de una mirada sin cabeza, de un zoom furtivo, de una mirada invisible, de dos anillos que forman un Moebius
y después de la guerra, manos seniles, manos de beba
que cada día aprenden a tocarte
como si crearan un nuevo lenguaje de palabras invisibles
conjugadas en el capricho y pronunciadas con el ano invisible



yo fui un hombre que te buscó y después se exilió a su origen

yo soy un hombre que enciende tu nombre con un fósforo y te hace pájaro en la espera







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