en otra época fui capaz de
escribir las odas más hermosas a todos los aspectos humanos; yo evoqué un grito
atroz que abriría los días a través de mi garganta.
ese grito nunca llegó, o siguió
de largo.
hoy camino como si no fuera a
ningún lado, como si no hubiera paisaje, como si fuera menos que cero.
si en algún momento vivía para
escribir, hoy sólo vivo cuando escribo, como en éste momento, que sólo vale
como tal si escribo: en este momento soy escribiendo. fuera de la palabra, nada
existe, a no ser un limbo atemporal, sexual, pero anhedónico.
está, en una especie de fondo,
la sensación de que no queda nada que escribir, porque la literatura se
instauró como vida, en mis gestos e imaginación, en todo lugar esencial del
mundo. vivo lo que escribo/ escribo mi vida. nada queda. o todo es mentira. o
todo es ficción. o no importa, en todo caso.
las notas pegadas en la repisa
del escritorio, ideas inconclusas; cuadernos apilados, llenos de vidas
interrumpidas o anónimas; lapiceras inmóviles, hojas en blanco, tinta negra,
sin palabras. los garabatos desmienten, acusan, juzgan y revelan. es mentira, o
ficción, o en todo caso, no importa.
alguna vez conocí la noche.
alguna vez la noche fue mía.
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