ella vive en una guerra invisible.
las manos en África. entre balcones abiertos al suicidio y una noche que las contiene a todas:
la noche en que fue virgen
la noche en que fue el abandono
la noche en que fue el color de una tumba
la noche en que fue una nube de cocaína
la noche en que se refugió en la tormenta
la noche en que tocó un cuerpo que la nombraba
la noche en que tocó el piano
la noche en que no supo hablar
la noche en que escribió el poema
la noche del bar
el día en que murió
la noche del vino y el alfiler
la noche anterior
la noche de las carcajadas
la noche en que el susurro vino de otro lado
la noche en que no hubo llanto
la noche
la noche de manos que se apiadaron
la noche en el interior de una cámara oscura
la noche del hombre y el antifaz
la noche de todos los árboles vivos
la noche de los molinos petrificados
la noche de las piernas bebiendo de la fuente
la noche del último dolor
la noche que nunca olvidará
la noche en que las llaves cayeron
la noche de las ventanas increíbles
la noche de las voces
la noche en que parecía que no habrían más noches
la noche en que dibujó con los dedos la palabra de su mujer
la noche en que deseó ser ella en otra ciudad
la noche de oriente
la noche en que la vi sonreír
la noche que no se puede escribir
la noche invaluable
la noche de la memoria
la noche en que se soñó como una mantis devorando su propio cuerpo de chica
la noche en que no supo cómo dormir
la noche acompañada
la noche en que lloraron juntas
la noche junto al olor de la sangre
una noche de asco que no se recuerda
la noche en que se vio desde afuera
la noche que perteneció a sus piernas
la noche de las manos tibias y los payasos bondadosos
la noche en que miró otra vez esa fotografía y un cuerpo fue claro
la noche de los pájaros bebiendo su espalda
la noche de mimbre
la noche con un infierno y una música vistiendo
la noche
la noche masticando el río
la noche en viaje interminable y el miedo sobre la luna
la noche sin luna
una noche vacía de descanso y asombros desparramados y libros en silencio y tazas de café frías y los labios morados de besos con siluetas y la memoria amordazada junto a la cama donde yacía una mujer que la observaba y se oía tan profundo entre las paredes el piano y el silencio el inicio y los ojos cerrados solitarios flotantes
la noche que se mostró como la mejilla de una abuela
la noche de bordes deshilachados
la noche en que nos despedimos y leyó eso
la noche de la catástrofe
la noche en que los gusanos comieron de sus pies
la noche en que no supo
la noche apropiada para una palabra
la noche sumisa
la noche interminable
la noche sin fin
la noche eterna
la noche infinita
la noche que fue sólo suya y nadie desembarcó
la noche con nadadores en sus venas
la noche apretando los labios
la noche con su madre
una noche agotada detrás de las estatuas del parque
la noche de la usina
la noche amante de todos los bordes donde el agua toca
la noche donde mueren los lobos del parque y su llanto
la tarde en que te amé sin que lo vieras
la noche en que alcanzó la muerte que escribí para ella
la noche sin cazadores
la noche en que no estuvo
la noche que fuiste
la noche quebrada por dos maderas
la noche de la boca y el río
la noche huída
la noche comprendiendo la noche comprendiendo el inestable poder de las manos escribiendo la desesperación inadjetivable que vive como una mujer feliz donde ya no quedan cuerpos
la noche del camino y las panteras
la noche del bestiario sexual y el techo deviniendo
la noche culpable
la noche siempre
la noche conquistada por los sabuesos
la noche ausente
la noche llena de gritos que se elevaron con globos hasta vaciarla
la noche en que se concretó una catástrofe prometida
la noche del hombre de los ojos brillantes y los dedos de hierro
la noche ejecutando conciertos disparatados
la noche bajo el parque y al abrigo de los lobos
la noche de los caníbales y los nacimientos
la noche entre los dedos
la noche ciega y el cuerpo abierto a una vida insólita
la noche escupida por una muerte y una nena
la noche del vientre de araucaria
la noche vaciando fotografías
la noche enredada en el cordón de la vereda
la noche escrita para ser ésta muerte que te otorgo como un amor sin mundo
la noche en que comprendió
la noche encerrada bajo el árbol bajo los grillos desobedientes
la noche entera cabe en ese bar a esa hora en que ella
la noche mordida por la boca de la ruptura
la noche estampada en su frente como bandera de un veterano de guerra
la noche en que se escaparon las estatuas
la noche de África
la noche ente los estallidos
la noche consumida por las flores
la noche en una línea
la noche tranquila mirando los aviones en llamas
la noche en que su nuca fue atravesada por el tren
la noche de sus manos sintiendo el vino derramarse del cuerpo de él
la noche perdida entre las calles y sus muñecas trazadas en un mapa de
la noche solapada por su grito
la noche que ya no es posible escribir
la noche en que escribo todas las noches imposibles de una vida secreta. una vida perteneciente al otro lado. una vida que se roza todo el tiempo con la insinuación de final. herida en lo bajo de su espalda por el amor. imposible promesa que atraviesa las bocas de todos los huéspedes del británico y todos los muertos del británico y todos los juegos destruidos y los fracasos tan coloridos y un tablero de ajedrez superpoblado. semejante a un bosque de dioses petrificados y hombres que escaparon de la boca de ella petrificados y cuerpos de fotografía que ahuyentó ella petrificados y tantos instantes petrificados
sola en su balcón
en el último acantilado en el borde del mundo
los lobos obedecen a su respiración. asesinan al ritmo de su respiración
una ciudad herida por su mirada
( se agota la humanidad )
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