no. pero siempre es lo que no se piensa. hay en mí un terreno desconocido. imposible de alcanzar. en vos también, lo reconozco cuando vas al baño y no volvés hasta pasados veinticinco minutos. lo reconozco cuando te quedas mirándote los pies y decís algo sobre los vietnamitas o la posibilidad de que todos tus muertos revivieran como en un hechizo de Romero. tu tristeza no es menos que amarga. tierna como una nena tierna con huequitos en las mejillas. pero yo no conozco tu tristeza. no la imagino. la escribo, entendés. cuando no estoy con mi mujer me siento más solo que nunca. cuando estoy con vos es soledad. y tengo que soportar esa forma que tenés de enjugarte los ojos y tratarme de pelotudo como si no me diera cuenta de que tus ojos no lloran. aunque quisieras. ¿ comerme tus lágrimas ? yo no comería nada de vos. pero te masticaría hasta dejarte sin color. estás tan en mí como una sombra húmeda. como silencio de antes de dormir o de después de hacer el amor o de pitada de cigarrillo. estás por rigor de algo que conocemos sin palabras. estás una cosa que se me resbala y se cae con el agua de la ducha. como un olor que oculto. ¿ porqué querría incorporar eso a mi cuerpo ? si ya está en mí desde que despierto, desde antes de encontrarte. desde antes de desnudarte. es soledad, Creatrice. no nos damos nada. no esperamos nada del otro. así obtenemos con un egoísmo casi magistral todo lo que queremos. si me vieras llegar a mi casa después de abandonarte en tu propia habitación entenderías lo lejos que estamos y el abismo que se yergue entre vos y yo cuando tu vientre se pega al mío. pero no quisiera yo otra cosa. ni siquiera es cómodo o agradable. nuestros silencios son tan instrospectivos que cuando te miro los colores de mis párpados manchan tus mejillas y si sonreís sonreís con algún recuerdo mío. en esos momentos no puedo tocarte como a una mujer. no puedo acariciar tu pecho y decirte una frase que empiece con la palabra cama. en esos momentos te quiero menos desnuda y más humana pero decirlo ya es traicionar lo que decía antes. si me animara a pedirte algo me odiaría y ignorarías. pese a que vos y tus lágrimas en mi plato clavadas con el tenedor para satisfacer un ansia que no se satisface ni con lágrimas ni con infiernos. y mucho menos con un sexo que nos degrade a los dos. que nos deje abajo del colchón con todas las víceras para afuera y los ojos en las nalgas. ¿ vos qué buscás en todo esto ? si al final te vas a ir sin siquiera un recuerdo ni una cicatriz del mal que nos hacemos a propósito. después reprochás mi desinterés, mi carencia de aspiraciones que fueran más allá de una habitación con bolsas y vasos en el suelo. pero no veo que vos busques algo más de lo que yo te doy sin dártelo. tampoco veo que algo así te angustie te hiera te haga sentir responsable de algún fracaso o arrepentimiento. no digo que no me sientas. si me leés un fragmento de Woolf te juro que nadie lo hace como vos y sé que lo leés sólo para mí. pero estamos divagando, Creatrice. y lo digo sólo por el gusto de decirlo. porque decirlo aniquila las reglas tácitas que formamos en torno al desarraigo. como si no te pudiera abrazar después de hacer el amor como si estuviera mal llamarlo hacer-el-amor. como si tuviera nombre o palabra o alfabeto o acorde eso que hacemos en el suelo de tu habitación porque nos da fiaca ir a hacerlo a la alcantarilla. al final creo que te voy a ver sonreir y eso no será un final feliz. vas a aceptar nuestro amor como un cinismo desganado. como una visita al médico. y yo no te digo lo que ese final me depara porque en realidad no creo en el final y porque no pienso ponerme en evidencia ante vos. si me importara desnudaría mis manos para tocarte. pero vos misma sos el guante que uso para tocarte sin acariciarte sin mirarte sin tenerte sin creer ni por un minuto que tenemos algo y que ese algo es remotamente real pero. eso sí. desgarradoramente sincero.
(carta a Creatrice)
no. pero siempre es lo que no se piensa. hay en mí un terreno desconocido. imposible de alcanzar. en vos también, lo reconozco cuando vas al baño y no volvés hasta pasados veinticinco minutos. lo reconozco cuando te quedas mirándote los pies y decís algo sobre los vietnamitas o la posibilidad de que todos tus muertos revivieran como en un hechizo de Romero. tu tristeza no es menos que amarga. tierna como una nena tierna con huequitos en las mejillas. pero yo no conozco tu tristeza. no la imagino. la escribo, entendés. cuando no estoy con mi mujer me siento más solo que nunca. cuando estoy con vos es soledad. y tengo que soportar esa forma que tenés de enjugarte los ojos y tratarme de pelotudo como si no me diera cuenta de que tus ojos no lloran. aunque quisieras. ¿ comerme tus lágrimas ? yo no comería nada de vos. pero te masticaría hasta dejarte sin color. estás tan en mí como una sombra húmeda. como silencio de antes de dormir o de después de hacer el amor o de pitada de cigarrillo. estás por rigor de algo que conocemos sin palabras. estás una cosa que se me resbala y se cae con el agua de la ducha. como un olor que oculto. ¿ porqué querría incorporar eso a mi cuerpo ? si ya está en mí desde que despierto, desde antes de encontrarte. desde antes de desnudarte. es soledad, Creatrice. no nos damos nada. no esperamos nada del otro. así obtenemos con un egoísmo casi magistral todo lo que queremos. si me vieras llegar a mi casa después de abandonarte en tu propia habitación entenderías lo lejos que estamos y el abismo que se yergue entre vos y yo cuando tu vientre se pega al mío. pero no quisiera yo otra cosa. ni siquiera es cómodo o agradable. nuestros silencios son tan instrospectivos que cuando te miro los colores de mis párpados manchan tus mejillas y si sonreís sonreís con algún recuerdo mío. en esos momentos no puedo tocarte como a una mujer. no puedo acariciar tu pecho y decirte una frase que empiece con la palabra cama. en esos momentos te quiero menos desnuda y más humana pero decirlo ya es traicionar lo que decía antes. si me animara a pedirte algo me odiaría y ignorarías. pese a que vos y tus lágrimas en mi plato clavadas con el tenedor para satisfacer un ansia que no se satisface ni con lágrimas ni con infiernos. y mucho menos con un sexo que nos degrade a los dos. que nos deje abajo del colchón con todas las víceras para afuera y los ojos en las nalgas. ¿ vos qué buscás en todo esto ? si al final te vas a ir sin siquiera un recuerdo ni una cicatriz del mal que nos hacemos a propósito. después reprochás mi desinterés, mi carencia de aspiraciones que fueran más allá de una habitación con bolsas y vasos en el suelo. pero no veo que vos busques algo más de lo que yo te doy sin dártelo. tampoco veo que algo así te angustie te hiera te haga sentir responsable de algún fracaso o arrepentimiento. no digo que no me sientas. si me leés un fragmento de Woolf te juro que nadie lo hace como vos y sé que lo leés sólo para mí. pero estamos divagando, Creatrice. y lo digo sólo por el gusto de decirlo. porque decirlo aniquila las reglas tácitas que formamos en torno al desarraigo. como si no te pudiera abrazar después de hacer el amor como si estuviera mal llamarlo hacer-el-amor. como si tuviera nombre o palabra o alfabeto o acorde eso que hacemos en el suelo de tu habitación porque nos da fiaca ir a hacerlo a la alcantarilla. al final creo que te voy a ver sonreir y eso no será un final feliz. vas a aceptar nuestro amor como un cinismo desganado. como una visita al médico. y yo no te digo lo que ese final me depara porque en realidad no creo en el final y porque no pienso ponerme en evidencia ante vos. si me importara desnudaría mis manos para tocarte. pero vos misma sos el guante que uso para tocarte sin acariciarte sin mirarte sin tenerte sin creer ni por un minuto que tenemos algo y que ese algo es remotamente real pero. eso sí. desgarradoramente sincero.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
1 comentario:
muy bueno... me gusta
te felicito por tu capacidad de escribir cosas que no son lindas pero te hacen sentir que si lo son. eso es muy bueno.
considerese saludado, ya que lo saludo
aguante el millo
y las empanas tucumanas de la madre de un vecino, que es tucumano
Publicar un comentario